Euskal Memoriako blogak
Remover, que algo queda
2016-03-18
Giovanni Giacopuzzi - Escritor
Decir «que la historia enseña» es una de esas frases académicas que aplicada a la política, o mejor a la geopolítica, es papel mojado. Si la historia enseña, el mundo está llenos de ignorantes. No obstante las celebraciones rituales de guerras victoriosas, genocidios, liberaciones o paz duradera, la actualidad nos muestra que la retórica triunfa y el aprendizaje es el gran ausente. Decía un director de un gran diario italiano que «no hay que criticar siempre a Europa ya que esa Europa unida ha garantizado setenta anos de paz», olvidándose de decir que esa misma Europa ha contribuido directa o indirectamente, en estos años, a que las guerras fueran en otros continentes. Memoria corta con un tanto de scotomizzazione, concepto que consiste en remover de la conciencia algo impresentable, reeditando malas costumbres, bajo otra función, como recordaba Martin Villa cuando dijo aquello de «los nuestros son errores, los suyos crímenes». Por eso, siguiendo en esa visión del mundo, para limpiarse la conciencia del antisemitismo estructural de siglos, Europa toda, desde el este hasta el oeste, ha impuesto el sionismo a los palestinos y palestinas «para expulsarnos de una historia que cargamos sobre nuestras espaldas», nos dirá la mujer palestina Rafeef Ziadah.
Así que en esta continua carrera hacia el olvido medido y consciente, lo que prima de manera funcional a la reproducción del consenso es la construcción de un imaginario colectivo lleno de tópicos. Las kurdas y los kurdos son heroicos por su lucha contra los fundamentalistas del ISIS, pero las mismas y mismos son terroristas si reivindican y luchan por el reconocimiento de su existencia contra el gobierno turco de Erdogan. Turquía es de la OTAN, así que, como dijo Roosevelt del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, «puede ser que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta», reconociendo que el problema no es la madre sino el padre. «No queremos que el mundo nos conozca por nuestras armas, sino por nuestra ideas» pide Sozda, mujer comandante del YPJ de la Rojava, resumiendo la cuestión desatendida kurda, que en gran parte tiene un padre, muy europeo, en el acuerdo de Sykes-Picot.
Sobre estas bases de amnesia consciente se están construyendo las políticas en nuestros días. Hacia los conflictos, los refugiados y las hipótesis de solución de los conflictos. Es la lógica del poder que tiene en si mismo, como si fuera un herpes que se manifiesta cuando la defensas retóricas bajan. Y cualquier poder, ya que si hay que reafirmar que «nosotros no somos como ellos», significa que los hechos sugieren lo contrario. Un bombardeo no es menos mortífero si es democrático, habría que recordarlo en Moscú y Washington. El pasado no te puede atar pero debe estar presente en la construcción del presente y del futuro. El borrón y cuenta nueva deja siempre la semilla de un futuro trágico. La represión de Hama, en 1982, con 20.000 muertos, atruibuidos al régimen de Assad padre, no es un eximente en la dimensión asumida por la guerra civil siria. La masacre negada del 17 octubre de 1961 contra los argelinos en París, con decenas de muertos, es el humus de las revueltas en las banlieue francesas de hace algunos años. En París las masacres no las perpetran solo los fundamentalistas.
Remoción de la memoria para construir el sueño americano y las pesadillas ajenas. Nos lo recuerda el sirio «habláis del ISIS, tenéis miedo, olvidando que somos nosotros, los sirios, quienes podemos ser decapitados. Ya no miro el cielo para ver las estrellas, sino para ver si hay un avión sirio, ruso, francés o americano que quiere bombardearme para “librarme” del fundamentalismo». Por eso en las guerras mortíferas y multimediáticas sirias hay que quedarse con las imágenes de las guerrilleras del YPJ que llevan detenido a un miembro del ISIS y de una mujer kurda que le cura las heridas. Cuando Turquía arrasó en 1993 miles de pueblos kurdos, provocando muertes y un millón de prófugos, un dirigente guerrillero kurdo, replicando a la petición de venganza, recordó que «la cuestión no es la capacidad de destruir pueblos turcos, sino la responsabilidad que nos llevaremos por esos crímenes». •