Euskal Memoriako blogak

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28 de julio de 1936

2016-07-28

Josetxo Etxeberria - Euskal Memoria

Se cumplen 80 años de aquello que ha venido en llamarse Guerra Civil española. Un golpe de Estado fallido llevó a una contienda bélica abierta entre la legalidad de la II República y los rebeldes fascistas en un escenario que incluía multitud de componentes: confrontación de ideologías, intervención internacional, el encaje en el Estado de las realidades nacionales catalana, vasca y gallega…Se ha escrito mucho sobre ello.

Acercaré la lupa a la ciudad de Donostia para observar aquellos días de julio de 1936. Los militares se levantaron en la madrugada del 21 al 22 de julio. En paralelo tomaron varios lugares estratégicos de la ciudad. Al amanecer los soldados, acompañados de otros elementos golpistas, avanzan por las marismas de Amara hacia la ciudad y pretenden penetrar por la parte que la CNT, respaldada por un apoyo espontáneo popular, defiende. El combate es cruento. Se resuelve después de unos días con la llegada de la llamada “Columna de Mondragón” procedente de Eibar por tren y la retirada de los militares a los cuarteles de Loiola. Con posterioridad se sucedieron los combates y desalojo del fortín del “María Cristina”, el de la Equitativa, el del Casino…

El 28 de Julio se produce la rendición de los sublevados de los cuarteles de Loiola. Una victoria que se puede atribuir perfectamente al pueblo de la ciudad en unas condiciones de inferioridad manifiesta: carencia de mando unificado, escaso armamento, falta de preparación militar, diferentes escuelas y corrientes políticas…

Quiero poner nombre y citar a los diputados Rafael Pikabea, Juan Antonio Irusta, Miguel Amilibia, Jose Maria Lasarte y Manuel Irujo que constituyeron la Junta de Defensa. A  Kasilda Hernaez, Felix Likiniano, Manuel Chiapuso, Jesús Larrañaga o Mario Salegi que combatieron en primera fila junto a tantas personas anónimas. Comunistas, socialistas, anarquistas, abertzales y tantos otros.

Siempre tendemos a recordar en Euskal Herria las efemérides con un ánimo fatalista, en una especie de derrota sin final. Y en la realidad histórica de nuestro pueblo tenemos fechas donde reunimos todos los exponentes positivos, que además pueden servir como ejemplo propositivo. La construcción de la Memoria pasa por mirar al pasado, efectivamente, pero también depende de la mirada y el espíritu que pongamos en su recuperación. El presente debe contar con rigor y solemnidad, con duelo por lo sufrido en la conmemoración, pero deberíamos dejar un espacio consciente y constructivo, reivindicativo, del testigo de quienes nos demostraron que en la noche más cerrada siempre existió una luz. Aunque aún no tengan nombres de calles ni parques en su honor, debemos celebrar que siempre hubo quien luchó.

Esa es la Memoria que a mí me gustaría construir. La que incluye a todas las personas que nos llenan la mirada con su luz.•