Euskal Memoriako blogak
Todo se lo tragó la niebla
2016-12-01
Joseba Zabalza - Fotógrafo
En memoria de Txana Santesteban Iturri
La muerte de Pedro Jesús Etxeandi Iturri quedó oculta en la niebla de aquel día de otoño. La historia se ha podido construir con retazos de lo que algunos oyeron, con relatos de los que fueron testigos y con el silencio de un pueblo quizás aturdido, asombrado o temeroso. De puertas para afuera poco se habló y tampoco fue mucho lo que se dijo de puertas adentro.
Parece ser que aquel día Pedro Jesús fue a echar la quiniela a Burguete-Auritz como otras veces. En el camino de vuelta, una vez cruzado el puerto de Ibañeta, y sin que se hubiese visto ni oído ninguna señal de presencia policial, recibió una ráfaga de metralleta a la altura de la puerta del conductor. Gravemente herido en el vientre, consiguió llegar hasta la Borda del Guardiano, donde le abandonaron las fuerzas. Fue el secretario del ayuntamiento de Luzaide-Valcarlos, localidad natal de Pedro Jesús, que se dirigía hacia Iruña en su automóvil, quien reconoció la furgoneta y lo encontró en su interior en un charco de sangre. ¿Qué ha pasado? le preguntó. El herido no sabía nada.
El secretario le dejó malherido y fue a buscar ayuda al cuartel de Burguete. Allí, la Guardia Civil comentó que ellos se harían cargo del herido, pero no accedió a dejarle sólo. Quería hablar con el militar al mando en la zona. En aquellos días se realizaban en la frontera los famosos "Peinados de la frontera" y el lugar estaba lleno de militares. Al final, gracias a su insistencia, logró hablar con él que accedió a proporcionar un jeep militar para llevar al herido a Iruña.
Desde un principio informaron a la familia que no tenía cura. Parece ser que aquellas balas eran del tipo Dum-Dum, balas especiales y prohibidas que explotan dentro del cuerpo del herido. Pese a su fortaleza, Pedro Jesús estaba reventado por dentro y con una peritonitis que era imposible tratar. Los 10 días de agonía en el hospital los pasó custodiado. Un guardia civil estaba sentado junto a él en la cabecera de la cama y otro afuera vigilaba las visitas. De aquella manera y con la gravedad de las heridas, la familia poco pudo hablar con él. Simplemente repetía que no sabía que había pasado, que no vio ni oyó nada. Tampoco la Guardia Civil aclaró nunca nada. Se limitó a vigilar al herido y a la familia hasta que falleció en el hospital.
Juana Mari Santesteban Iturri, recientemente fallecida, en el alto de Ibañeta, donde en un "control" de la Guardia Civil fue tiroteado su primo Pedro Jesús Etxeandi Iturri, de 38 años de edad. Aquella tarde-noche del 23 de Octubre de 1975 recibió varios impactos de bala que le produjeron graves heridas que no pudo superar.
El día del entierro justo a la entrada del cementerio se encontraban los mandos de la Guardia Civil de Burguete que dieron el pésame a la familia. Juana Mari recuerda todo aquello perfectamente. "En aquel mismo momento, un niño hijo de un guardia civil que vivía al lado de la casa familiar se acercó a mi tío, al padre de Pedro Jesús y le dijo: Tío Rafael, tío Rafael, no subas a Burguete porque hay unos hombres muy malos que cuando pasas te matan". Se da la circunstancia además de que en la casa de Pedro Jesús vivió de alquiler durante muchísimos años el mando de la Guardia Civil de Valcarlos-Luzaide y otro oficial.
Lo que difundieron los medios de información de la época fue la versión de que fue él quien provocó su propia muerte al hacer caso omiso a las advertencias de que parase por parte de los integrantes de aquel "control" militar. Nunca se supo quienes participaron en la muerte del joven de Luzaide-Valcarlos, ni hubo juicios ni diligencia alguna. No existe nada en los juzgados que atestigüe su muerte violenta. La furgoneta tiroteada desapareció en manos de la Guardia Civil y algunos vecinos de Burguete-Auritz comentaron que días después del suceso, dos de los números que vivían en aquella casa cuartel fueron destinados a otro lugar. Todo son suposiciones, todo se disipó en la niebla.
Pedro Jesús era carpintero, oficio que aprendió en Donibane-Garazi, y era muy solicitado en la zona. Era una persona tranquila, callada y reservada. "Era mucho mayor que yo y cuando iba de visita al pueblo siempre me estaba chinchando, tomándome el pelo y preguntándome si tenía novio y todas esas tontadas", comenta Juana Mari. Le gustaba ir de fiestas con su cuadrilla y era un buen dantzari. •
[FOTO AL MARGEN: Pedro Jesús Etxeandi, en el centro, durante el servicio militar.]