Euskal Memoriako blogak

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Genocidio en Sinjar

2017-08-24

Giovanni Giacopuzzi - Escritor

Decir que hay genocidios de primera y de segunda puede que no sea una exageración, sino más bien el rasero con el que se miden nuestra sociedades. Los fundamentalistas indican que dar primero es ganar, y que ganar es lo que da sentido a la vida. Pues también en un tema como el genocidio fisico, “actos ejecutados con la intención de destruir todo o en parte un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, hay grados. Y no es la tiranía del tiempo quien va a establecer la graduación. Es la categoria de la víctima y la geopolitica que se mueve a su  alrededor quien lo hará.

Hace ahora tres años, el 3 de agosto de 2014, en la región de Sinjar, Nínive, en el Kurdistán de Iraq, la población de religión ezidi (yazidi) y de etnia kurda, fue objeto de una masacre sistemática por parte del entonces boyante Daesh, más conocido como Estado Islámico. En pocos días más de 3.000 personas fueron asesinadas y otras 7.500 secuestradas, las mujeres y niñas, para ser utilizadas como esclavas, los hombres y niños para ser convertidos en combatientes. Narraciones espeluznantes del cautiverio en manos del Daesh dan testimonio de la perversión machista de este grupo. Cientos de miles de personas huyeron de la región de Sinjar, protagonizando un éxodo trágico, durante el cual varias decenas de personas murieron.

Ya en agosto de 2007, un ataque suicida reivindicado por Al Qaeda mató a 500 ezidi en la localidad de Kahtaniya, cerca de Mosul. Las absurdas motivaciones religiosas que están en la base de la masacre contra los ezidi no importan. La Historia está llena de perversiones sadomasoquistas sangrientas cuando las religiones pasan de ser una cuestión espiritual personal a dogma de la weltanschauung. Lo que importa es la dinámica de los hechos y cómo ha sido posible que un grupo que, en teoría no tiene aliados en el mundo, anuncia e intenta ejecutar un genocidio con casi total impunidad y en pleno siglo XXI.

Aquel 2 agosto de 2014 entre los y las ezidi se sabía que el Daesh estaba por llegar a la zona. Los peshmerga bajo las órdenes del gobierno kurdo iraquí de Barzani, que habían reemplazado al ejercito iraquí, sumido en una profunda crisis, aseguraron a la población que ellos los defenderían. Sin embargo al día siguiente, el 3 agosto, unos 11.000 pershmerga abandonaron rápidamente la zona. Los habitantes de Sinjar protestaron, pidiendo por lo menos que les fueran dejadas armas para poder defenderse, pero fueron rechazados y en alguna ocasión asesinados. La resistencia fue tan heroica como inútil.

Miembros de Daesh acaban con la vida de hombres, mujeres y niños ezidi en la región de Sinjar.

Quienes intervinieron sobre el terreno en defensa de la población civil, los mismos días del ataque del Daesh y antes de que EEUU interviniera con bombardeos “humanitarios”, fueron mujeres y hombres del PKK y de la YPG, que organizaron un cordón humanitario que permitió la huida de decenas de miles de ezidi. Organizaciones que defienden la idea del confederalismo democrático o sea del reconocimiento del otro en la construcción de una sociedad participativa de la mujer y del hombre. A todo esto, el PKK es considerado como organización terrorista por EEUU, la Unión Europea y Turquía, todo un síntoma de cómo entiende este tema una decisiva parte del mundo. Más de doscientas mujeres y hombres de estas dos organizaciónes kurdas dejaron su vida en Sinjar para ayudar a una población que Naciones Unidas decretaba como objeto de genocidio.

No obstante el glamour de los media internacionales y las buenas palabras de la diplomacia internacional, para los ezidi, poco o nada ha cambiado. Malviven en campos de refugiados en Iraq y Turquía, siendo objeto todavía de discriminación y abusos; viven una especie de embargo en su tierra, liberada por parte del Gobierno autónomo kurdo, enemigo de hecho del YPG y del PKK y aliado del presidente turco, el fundamentalista islámico Erdogan. Un gobierno turco que arrastra una cultura de rechazo hacia las diversidades. ¿No fue el ex ministro Ahmet Davutoğlu quien dijo que los del Daesh son “un montón de chicos sunnies enojados”? Así que es lógico  que en marzo de 2017 Turquía bombardee Sinjar, matando a miembros del PKK y del YBS, milicia ezidi cuyos miembros son considerados “terroristas” y de hecho principales enemigos, junto al SDF-YPG, del Daesh. En las conmemoraciones del aniversario de la masacre de Sinjar pocos recuerdan que los genocidios o masacres no solo llegan porque hay quien los ejecuta, sino también porque hay quien, por una decisión calculada o simplemente por pura cobardía, los permite. ●